“Dar cuenta de la esperanza
que hay dentro de nosotros”

En este Año santo del "Jubileo de la esperanza", nuestro major objetivo pastoral será poner en practica la invitación de la primera carta de Pedro: “Dar cuenta de la esperanza que hay dentro de nosotros” (1Pd 3,15), apoyando , con acciones concretas, la esperanza que nace de la Fe y nos permite mirar al mundo, a la Iglesia y a nosotros mismos con la misma mirada de Dios.

“Spes non confundit”

«Spes non confundit», «la esperanza no defrauda» (Rm 5,5). Bajo el signo de la esperanza el apóstol Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma. La esperanza también constituye el mensaje central del próximo Jubileo, que según una antigua tradición el Papa convoca cada veinticinco años. Pienso en todos los peregrinos de esperanza que llegarán a Roma para vivir el Año Santo y en cuantos, no pudiendo venir a la ciudad de los apóstoles Pedro y Pablo, lo celebrarán en las Iglesias particulares. Que pueda ser para todos un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, «puerta» de salvación (cf. Jn 10,7.9); con Él, a quien la Iglesia tiene la misión de anunciar siempre, en todas partes y a todos como «nuestra esperanza» (1 Tm 1,1). Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad. Que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza. La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar sus razones. Dejémonos conducir por lo que el apóstol Pablo escribió precisamente a los cristianos de Roma. «Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. [...] Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rm 5,1-2.5)

Papa Francisco

(Bula de convocación del Jubileo ordinario del año 2025 )

Tres palabras clave: "gracias, ayúdenme, aquí estoy"

¿Cómo vivir y construir una verdadera Iglesia desde las gentes? He aquí tres indicaciones "apropiadas". 1. Gratitud: Todo carisma es un don, no un motivo de jactancia, sino una semilla de gratitud. Damos gracias por reconocer los dones que cada lengua, pueblo, nación ha recibido. 2. Ayúdense unos a otros porque nos necesitamos unos a otros y, desde este punto de vista, todos somos pobres: nadie es autosuficiente, nadie ha comprendido por sí solo todo el Evangelio, nadie puede crear la Iglesia por sí solo. Por eso, hermano, hermana, necesito de ti, para conocer a Jesús y al Padre, necesito que seas Iglesia, que seas canto de alabanza, que seas feliz: ayúdame. 3. Heme aquí: cada don es para el bien de todos. ¿Cómo enriquece mi cultura, mi lengua, mi vida a la Iglesia, a esta Iglesia en la que vivo, oro, amo, sufro? ¿Cómo mi herencia cultural, mis esperanzas, mis heridas construyen esta Iglesia?

+ Mario Delpini

(Homilía en la Fiesta de la Gente 2024)